Jardines de Joan Brossa

Los jardines de Joan Brossa están situados en Montjuïc. Son unos jardínes relativamente modernos pese al tamaño de sus árboles, pues se inaguraron en el año 2003 en honor al poeta Joan Brossa, tras su fallecimiento en el año 1998.

Estos jardines no fueron diseñados para ser jardines, sino que son el resultado de adaptarse y aprovechar lo que ya existía en el entorno. De ahí, que pese a su juventud esté tan desarrollado. Los usos anteriores del lugar fueron para establecer un destacamento de baterías para la guerra de Cuba y posteriormente el parque de atraciones de Montjuïc. 

Son unos jardines con una vegetación muy variada, sobretodo gracias a todas las plantas exóticas plantadas para el parque de atracciones. Que no se secaron en ningún momento gracias a que el parque se nutre de las aguas subterráneas cuando sube el nivel freático. Detalle que luego respeto muy bien la arquitecta Patrizia Falcone en la transformación de parque a jardín. Y gracias al cual actualmente es un parque que sigue sin necesitar riegos por seguir nutriéndose del agua del terreno.

Desde el jardín se tienen unas excelentes vistas de la ciudad. Si hubieran conservado la noria seguro que mucha gente no dudaba en subirse para ver la ciudad desde lo alto. Aunque actualmente eso se puede hacer sin problemas desde el teleférico que pasa por encima del jardín. Pero así es mucho más acogedor seguramente que cuando estaba lleno de grandes estructuras metálicas. Si hay mono de parque de atracciones se puede ir al Tibidabo, que también se otea al fondo.

Algo que me gusta mucho del jardín es el juego creado con tantas variedades diferentes de plantas, sobre todo entre los árboles. Pues es como un bosque en donde nos podemos encontrar tramos de palmerales que realizan perfectas transiciones hacia pinares, pero que dejan su espacio a árboles más solitarios. Podemos encontrar de todas las familias: cedros, cipreses, pinos, olivos, encinas, algarrobos, tamariscos, mimosas, ombúes, sóforas, magnolios... y otros muchos más, como está mezcla de palmeras. De las que vemos Washingtonias, palmitos y palmeras de la fortuna.

En el caso de los solitarios nos encontramos con el ombú o bellasombra (Phytolacca dioica). Uno de los arboles que más me gusta, no solo por la agradable sombra que podemos tener estando apoyados una tarde de verano en alguno de sus troncos. Sino también por la imponente y noble apariencia que poseen. 

Son árboles con mucha personalidad, plantados en solitario pero unidos con el resto a través de sus enmarañadas ramas. Eso por el aire, ya que seguramente bajo tierra, las grandes raíces que dejan destapadas en su inicio deben de llegar a grandes distancias. Si aquí ya me resultaron tan imponentes no quiero ni pensar como debe de ser ir al denominado "Monte de Ombúes", en Uruguay, en donde se encuentran formando un gran bosque de estatuas vivas. Ojalá en otra ocasión os pueda hablar de ello.

Pero no todo son imponentes árboles. Entre la verde vegetación también asoman llamativas flores esperando atraer a las abejas y a otros polinizadores con sus formas y colores. Perdido por jardines siempre me doy cuenta de lo poco que se de plantas y flores. Sin ser ningún botánico realizando exploraciones por remotos bosques siempre estoy descubriendo nuevas plantas. Ya que, ¿Quién podría acertar el nombre de la planta que da estás flores violetas?.

Se trata de una Lechera del Cabo o como se diría en latín Polygala myrtifolia. Un pequeño arbusto, de no más de 2 metros, proveniente de Sudáfrica. Que con sus delicadas flores es una planta todo terreno resistente a calor, frío y falta de agua. Fue una suerte encontrarla justo en floración.

Y entre las esculturas que nos podemos encontrar en este jardín tenemos la curiosa figura de "El Pallasso", una obra de Joaquim Ros i Sabaté dedicada al famoso payaso "Charlie Rivel". También hay otros lugares interesantes, como los tuneles del antiguo polvorín, que luego fueron en la casa del terror del parque de atracciones. Y alguna que otra frase escondida entre la vegetación.