Que maravilloso es poder contemplar la naturaleza desde diferentes perspectivas. De normal estamos acostumbrados a verla desde nuestra humilde posición en el suelo. Pero, si tuvieras la oportunidad de ir más alto para contemplarla desde más arriba. ¿Subirías?
Sin necesidad de volar. Solamente subiendo los peldaños de una torre, colocada estrategicamente, desde donde se pudiera ver todo el bosque alrededor.
Las personas somos muy pequeñas en comparación con los árboles. Tener la oportunidad de subir a una torre para admirar cuanto de grandes son en realidad es una experiencia muy bonita. Según se sube se puede ir contemplando el estado de las ramas, de sus habitantes, de la propia corteza del árbol. Que muestra su fortaleza, asi como sus debilidades. Así se puede ver también la historia de cada árbol alrededor.
Claro, que está no es una experiencia bonita para todo el mundo. Quiénes sufren de vértigo pensarán que a pesar de perderse tan gratificante vista, preferirán conservar su tensión en buen estado. Si es el caso de quién está leyendo: Siempre quedarán las fotos, aunque no tan gratificantes, servirán para hacerse a la idea de como es. Pero si tenemos la oportunidad y no nos da vertigo ¿Porqué no subir?
Pues eso me dije yo a mi mismo, y empecé a subir por los escalones de la escalera de caracol que lleva al mirador. Y una vez arriba, tomar aire y empezar la contemplación. Es curioso como la alegría puede llegar en cualquier momento. Cuando llegué arriba, una boba alegría me sacudió, cómo si fuera viento golpeándome, me hacía sentir feliz. Por suerte arriba, no hacía viento que me golpeará, eso si, sino ese sacudir si que hubiera sido intenso ahí subido.
Desde arriba pude contemplar las densas copas de los árboles que envolvía todo a su alrededor. Distintas formas y colores que forman una estampa muy bonita. Y por si solo fuera poco, justo desde esta torre, girando 180 grados desde está vista, nos encontramos con un gran lago.
Esto es la moraleja de simplemente salir a conocer la naturaleza. Que de repente te encuentras con sitios así, en medio de tu camino. Yo no fui hasta esta torre adrede, sino que fue algo que me encontré en medio de mi ruta, en este caso de camino por la frontera entre los Paises Bajos y Alemanía. Y en cuanto la encontré me asaltó ese niño explorador que llevo dentro y que me anima a curiosear todas estás cosas. Con esa alegría de conocer cosas. Pero que no deja de ser un hito más en algo más importante. Qué es, descubrir todos los apasionantes rincones que podemos encontrar en cualquier viaje que hagamos para conocer la naturaleza. No tiene que ser a cientos de kilómetros de casa, ni un sitio especial, sino que en nuestro entorno seguramente podamos encontrar cualquier cosa que nos haga sentir mejor. Incluso ir al parque de alado de casa una tarde de un día de verano, descalzarse y sentir el frescor del cesped en nuestros pies ya es una experiencia más que gratificante.
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