Subiendo desde el centro de Barcelona hacia el barrio de Canyelles nos encontramos en Can Masdeu, uno de esos lugares idílicos donde encontrar otro modo de vida más armoniosa con la naturaleza.
Can Masdeu se encuentra en un antiguo hospital de leprosos abandonado que fue ocupado por un grupo de optimistas, con un proyecto de utilización inmejorable para el lugar: Revitalizarlo y convertirlo en lo que es hoy, un incesante fluir de buenas ideas materializado en un sinfín de proyectos.
En mi visita a Can Masdeu me encontré un ambiente muy bueno y dinámico. Muchos proyectos con mucha creatividad, en donde un montón de gente llegada de muy diferentes lugares se encontraban como yo, dispuestos a aprender lo máximo posible de esta experiencia. Y no solo ha aprender, sino a contar sus propias experiencias en sus lugares de origen y enriquecer más si cabe el lugar con ello. Pues las ideas, cuando se juntan, son el motor de nuevas ideas mejores y más desarrolladas que pueden dar lugar a interesantes finales.
A mi sobre todo lo que más me interesa son los huertos, y en Can Masdeu hay un montón, ya que de estos huertos no solo se alimentan los habitantes de la casa y los visitantes como yo, sino que los vecinos cercanos también tienen pequeñas parcelas para cosechar las verduras que en casa ya no pueden cosechar como hacían antiguamente. Claro, que al llegar aquí todo no era tan bonito como se ve ahora. Según contaban al llegar todo el terreno era una amalgama de matorrales y zarzas que no permitían casi el paso siquiera al edificio. Un terreno que fueron limpiando y conquistando pacientemente. Consiguiendo no solo recuperar todo el espacio para los huertos, sino también eliminar el riesgo de incendio que existía en esta zona.
Con esos terrenos limpios se empezó a cultivar de un modo que se fundamentó fundamentalmente en la permacultura, algo que casi la necesidad provocó. Pues las características del terreno hacía que lo más eficiente fuera integrarse al entorno. El lugar está prácticamente dentro de la sierra de la Collserola, lo que hace que sea mucho más cómodo adaptarse a las formas caprichosas del monte e ir cultivando en terrazas en un modelo lo más artesano posible.
A mi sobre todo lo que más me interesa son los huertos, y en Can Masdeu hay un montón, ya que de estos huertos no solo se alimentan los habitantes de la casa y los visitantes como yo, sino que los vecinos cercanos también tienen pequeñas parcelas para cosechar las verduras que en casa ya no pueden cosechar como hacían antiguamente. Claro, que al llegar aquí todo no era tan bonito como se ve ahora. Según contaban al llegar todo el terreno era una amalgama de matorrales y zarzas que no permitían casi el paso siquiera al edificio. Un terreno que fueron limpiando y conquistando pacientemente. Consiguiendo no solo recuperar todo el espacio para los huertos, sino también eliminar el riesgo de incendio que existía en esta zona.
Con esos terrenos limpios se empezó a cultivar de un modo que se fundamentó fundamentalmente en la permacultura, algo que casi la necesidad provocó. Pues las características del terreno hacía que lo más eficiente fuera integrarse al entorno. El lugar está prácticamente dentro de la sierra de la Collserola, lo que hace que sea mucho más cómodo adaptarse a las formas caprichosas del monte e ir cultivando en terrazas en un modelo lo más artesano posible.
Y para ese modelo artesano de cultivo, sin maquinaría posible por las formas del lugar hacen falta muchas herramientas. Al encontrarse en un antiguo hospital abandonado tiene un montón de espacio para distintos usos, como la gran habitación para guardar todas esas herramientas. Que ya quisieran en muchos huertos urbanos tener un espacio así para guardar herramientas y semillas. Auqnue como se ve aquí, ni siquiera en un lugar tan grande hacen falta excesivas herramientas. Ya que mover el suelo se requiere más al principio del todo.
Todo esas herramientas son utilizadas por gente voluntaria que acude al lugar para colaborar, bien de manera temporal (como fue mi caso) o permanente si así lo desean. Pudiéndose quedar en Can Masdeu por un periodo más o menos largo, que en principio se establece en 15 días según la política de invitados aprobada por consenso. Y que sí se está concienciado con la idea de respecto y colaboración mutua existente se puede prolongar mucho más. Es una experiencia entrañable que lastimeramente la mayoría no podemos llevar a cabo ya que tenemos nuestros propios proyectos en otros lugares. Pero aunque sea por un finde semana o una mañana de trabajo merece también mucho la pena.
Una buena manera que se me ocurre al pensar en definir Can Masdeu es la expresada en esta viñeta. Can Masdeu es sembrar autonomía. Aprovechar todos los productos que da el entorno para no tener que traerlos desde lugares lejanos y ganar con ello la autonomía necesaria para poder mantenernos por nosotros mismos en la medida de lo posible. Ya que está claro que la dependencia existe en mayor o menos grado siempre, pero lo importante no es que exista, sino conseguir que esa dependencia no sea completa, sino tener por lo menos nuestra alimentación básica cercana para que además de poder comer productos del entorno asegurarnos que están ahí alado.
Una buena manera que se me ocurre al pensar en definir Can Masdeu es la expresada en esta viñeta. Can Masdeu es sembrar autonomía. Aprovechar todos los productos que da el entorno para no tener que traerlos desde lugares lejanos y ganar con ello la autonomía necesaria para poder mantenernos por nosotros mismos en la medida de lo posible. Ya que está claro que la dependencia existe en mayor o menos grado siempre, pero lo importante no es que exista, sino conseguir que esa dependencia no sea completa, sino tener por lo menos nuestra alimentación básica cercana para que además de poder comer productos del entorno asegurarnos que están ahí alado.
Esa autonomía no solo está expresada en los huertos, cursos y talleres que se imparten. Sino que está formalizada en todos los campos posibles. El de la gestión de residuos es otro de esos campos, por eso en Can Masdeu nos encontramos con este baño seco, en donde los residuos van a parar después a convertirse en nutrientes de los árboles que no tienen usos comestibles. Aprovechando de esta manera también nuestros propios desechos de una manera natural y nada agresiva con el medio.
Valoro un montón la experiencia positiva que me aportó mi corta estancia en este lugar. No solo por los proyectos que están llevando a cabo, sino también por la manera en que los llevan, que hace que un montón de personas entusiastas y con ganas de cambiar el mondo participen y puedan aportar toda su energía e ideas. Y lo que es más importante, ese vinculo afectivo que se genera al dejar fluir toda la colaboración mutua entre los participantes.
Así, con esa colaboración mutua y ese vinculo afectivo positivo al acabar nuestra jornada habíamos hecho ya la preparación de una pequeña área del huerto, que en sí no parece gran cosa hoy en día, pero que entre hacer el replanteo, colocar una capa de acolchado e ir sembrando los nuevos brotes nos mantuvo entretenidos trabajando todo el tiempo.
Y luego por si fuera poco del aspecto social que tiene la participación en los huertos, de entre la gente con la que estuve, una chica muy maja y con la que había pasado prácticamente todo el día de intercambio de ideas, experiencias y emociones pues me invito a acompañarla a una clase de yoga en el parque de la ciudadela al día siguiente. Una clase que daba otra chica por la voluntad que me ayudo a estirar un poco los músculos cansados de mis intensos días por Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario