En casa es habitual tener poco espacio exterior para tener plantas, y cuando se piensa en poner alguna se suele recurrir a las más decorativas o que menos necesidades conlleve su cuidado. Por tanto, no se suele prestar atención a que existen plantas que pueden ser en cierto modo también decorativas y que además se pueden aprovechar sus frutos para comérnoslos.
La cantidad de frutos de nuestros frutales de casa no será tan elevada como las plantas del campo, pero si se abonan bien y se las cuida darán una buena porción de sus deliciosas bayas para picar de vez en cuando y además en el momento óptimo de maduración a nuestro gusto.
La planta frutal más sencilla de tener en una ventana de casa, a mi parecer, es el fresal. Es una planta muy agradecida, cuya máxima debilidad es la falta de agua. Pero para novatos, saber, que si cuando volvemos a casa el fresal está con las hojas decaídas hacia abajo se le riega rápidamente en el plato y se vuelve a espabilar en cuestión de un rato.
Esto no debe ser la costumbre habitual para tratarlo, ya que el estrés que se le genera puede hacer que pierda fuerza y se estropee. Aunque, si nunca has tenido muchas plantas y no sabes bien como tratarlas, es un buen aprendizaje para ir aprendiendo con que frecuencia se deben regar.
En pequeñas terrazas, patios o balcones ya se puede ir ampliando el abanico de posibilidades. Entre las cuales están los pequeños frutos silvestres (tan caros ellos en el supermercado). Como son arándanos, grosellas, moras o frambuesas. En un tiesto algo grande y con una buena tierra se puede tener cualquiera de estas plantas sin problema.
Existen otras plantas con frutos ya menos conocidas pero que se pueden cultivar también para tomar sus frutos: Por ejemplo, una planta no muy llamativa es el alquequenje o physalis, que a pesar de su aspecto exótico se cultiva sin problemas en casi toda la mitad sur de la península ibérica, soportando además ligeras heladas y aguantando de un año al siguiente. Es una planta que requiere un poco de espacio para sus hojas, pero que no requiere gran cantidad de tierra. Se puede colocar sin problemas en un tiesto bien abonado. Da unos frutos pequeños protegidos en su característica envoltura por la cual también recibe el nombre de farolillos.
El fruto sabe algo acidulado, pero con un fondo dulce. A mi se me asemeja de sabor como si se mezclara un tomate con un kiwi.
Y además existen otras muchas más plantas con pequeños frutos comestibles como: Agracejo, cornejo, endrino, gayuba, guillormo, madreselva, mirto, mostajos, rosal silvestre, saúco.... que se pueden encontrar en diferentes zonas de la península y que con algo de paciencia se podrían lograr en tiestos dentro de la ciudad.
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